Como os contamos, nuestra intención era recorrer y explorar al máximo la Isla, incluso los lugares más recónditos y menos turísticos, algo factible ya que su extensión aproximada es de 24km por 12km. A pesar de la prohibición de acampar por libre para los extranjeros, iniciamos la vuelta con la idea de pernoctar sin alterar en lo mas mínimo el medio ambiente, resultó sencillo porque no había absolutamente nada ni nadie en los lugares que lo hicimos, además pudimos disfrutar de anocheceres y amaneceres increibles para nosotros solos.
El mayor problema fue el agua, no había nada en todo el camino y tampoco ningún lugar donde poder coger o comprar, asi que solo pudimos pasar 2 noches por libre.
Salimos del camping, atravesamos Hanga Roa, el único lugar habitado, pronto llegamos al precioso Ahu Tahai, unas fotos y dirección norte hasta llegar a la zona de cuevas, existen un montón en toda la isla, pero aquí se encuentran algunas de las más grandes y famosas: "Ana Kakenga", -tiene dos ventanas abiertas al mar-, y hacia el interior la de "Los Platanos", -llamada así por que su abierta cavidad central esta llena de estos frutales por el efecto invernadero que se produce en su interior, cuenta con dos galerias a cada lado, una de ellas muy extensa y con dificultad se llega a su salidapor un pequeño agujero cenital-.
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Conjunto Ahu Tahai. |
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Detalle moai de la zona. |
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Típica costa de lava volcánica, al fondo Hanga Roa y el volcán Rano Kau. |
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Desde una de las ventanas interiores de la cueva Ana Kakenga. |
Cerca de esta última y hacia el interior de la isla, se ubica Ahu Akavi, un fabuloso conjunto de 7 moais que son los únicos que miran hacia el mar, se levantaron en honor a los 7 exploradores que fueron designados para reconocer el islote.
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De igual tamaño a Pedro. |
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Conjunto Ahu Akivi. |
Volviendo hacia la costa buscamos un sitio para hacer la primera parada y comer algo, nos detuvimos sobre un acantilado entre varias ruinas de piedras, ya metidos en la zona desconocida y solitaria pascuense. Caminamos toda la tarde sobre los cortados del Pacífico, entre caballos salvajes, piedras y restos arqueológicos derruidos pero casí inalterados: moais, ahus, tupas (torres de piedras que usaban como observatorios astronómicos orientados hacia la salida o puesta de alguna estrella), pipis horekos (grandes hitos de piedra que delimitaban propiedades o indicaban lugares prohibidos), estos últimos muy abundantes por esta zona abandonada. Giramos la esquina noroeste y tras un par de horas más buscamos un rincón para pasar una linda noche frente al océano, bajo las innumerables estrellas que empezaban a brillar en el involuto cielo. Acoplamos la tienda en una zona verde detrás de una roca , tuvimos que levantar un muro de piedras para protegernos del fuerte viento, finalmente quedo un acogedor espacio para pasar una noche única, un lujo que jamás nos habiamos planteado desde España.
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Costa sur, cerca del lugar donde pernoctariamos. |
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Grupo de caballos salvajes. |
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Piedras volcánicas a lo largo de la Isla. |
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1ª noche de acampada en Rapa Nui, ¡emocionante!. |
Bajo un precioso amanecer recogimos y desayunamos "al tiro", escondimos las mochilas en unas rocas y ascendimos por verdes y virgenes praderas llenas de vacas y caballos al Maunga Tere Vaka, el techo de la isla, para disfrutar de un paisaje salpicado de pequeños conos volcánicos y sentir que nos encontrabamos en Rapa Nui, en "el ombligo del mundo", rodeados de agua por todos los lados. No es de extrañar que los habitantes de la isla prosperaran convencidos que estaban solos en el mundo, que no había nadie más al otro lado del océano, de hecho lo más cercano es la costa continental chilena a 3.700km.
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Vistas de la costa norte y la zona del volcán Poike. |
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Detalle del volcán Ranu Raraku. |
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La estampa de Isla de Pascua con sus conos volcánicos. |
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Maunga Tere Vaka, el pico màs alto de la isla. |
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Primera vista de la playa de Anakena y sus palmeras. |
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En el descenso, único caserío (deshabitado) que vimos en el primer día y medio de ruta. |
Nos encontrabamos cerca de la fabulosa y única playa de la isla, Anakena, al mediodía ya estabamos disfrutando de sus cristalinas aguas, su arena coralina, sus exóticas palmeras y el genuino conjunto de moais. Esta preciosa hilera de estatuas está situada entre un pequeño y vistoso bosque de palmeras y la maravillosa playa con aspecto polinésico de Anakena, una belleza díficil de superar.
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Uno de los muchos moais caídos. |
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Sin palabras. |
Cuando el sol bajó su intensidad dejamos el paraíso y empezamos de nuevo a caminar, cruzamos casi toda la costa norte entre importantes restos de la cultura "rapanui", entre ellos el famoso Te Pito Kura.
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Costa norte con el volcán Poike ya muy cerquita. |
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Te Pito Kura. |
Al lado de Te Pito Kura el enorme moai caído, Paro (11 toneladas).
Hicimos un poco de tiempo bajo el amenazante cielo y anocheciendo pusimos la carpa, inmediatamente se puso a llover y no se detuvo hasta la mañana siguiente. Al levantarnos, la tienda estaba intacta y mientras tomamos el desayuno el viento se encargo de secarla del todo; nos pusimos en marcha ya girando al sur para dirigirnos al espectacular Ahu Tongariki, un conjunto formado nada menos que por 15 moais alineados paralalelamente a la costa, tras ellos, los graves rugidos del Pacífico que producen un sonoro eco en los acantilados de lava negra petrificada del Poike. Sobrecogedor y maravilloso.
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Para nuestra suerte, el sol se hizo paso entre las nubes al amanecer. |
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Paredón del Ranu Raraku que sirvió de cantera para realizar las famosas estatuas de piedra. Delante un papako kura. |
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El increible conjunto Ahu Tongariki. |
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Los enormes "pucaos" de los moais. |
Muy cerca se encuentra el mágico Rano Raraku, el volcán donde se extraía la piedra y donde se fabricaban las moles graniticas que dan fama a este extraordinario pueblo. El interior del crater tiene un bonito lago hundido entre sus profundas paredes, y donde se alojan algunas enormes cabezas de piedra de moais.
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Las tremendas cabezas de moais de Ranu Raraku. |
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Unos cuantos de los más de 420 que hay en este enclave. |
Ya solo nos quedaba llegar hasta Ana Ahanga (donde murió el primer rey Moai) para realizar la vuelta completa, pero aún quedaba una pesada pateada, llegabamos un poco cansados de mochila y del fuerte calor. Una vez conseguido el objetivo intentamos hacer dedo para regresar a Hanga Roa, pero tuvimos que andar varios kilometros más hasta que nos cogieron, apenas pasaban vehículos y no fue tan fácil como nos hubiese gustado.
Llegamos al camping, teniamos toda la tarde, el día siguiente y la mañana del sábado para disfrutar de los placeres de esta cautivadora isla y maravillarnos con el cielo en llamas de cada anochecer en medio de la nada. Aprovechamos la tarde para hacer compras y visitar la ciudad; el día siguiente lo dedicamos a relajarnos en Anakena, refrescarnos en las aguas cristalinas contemplando la preciosa hilera de moais. El último día fuimos hasta Ahu Tahai para despedirnos de los moais y darnos un bañito en una playa artificial en el azulado Pacífico.
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Atardeciendo en Isla de Pascua. |
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Figuras de nuestro camping. |
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La espectacular playa de Anakena. |
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Más puestas de sol. |
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Cena en una terraza a orillas del Pacífico, con pescado pascuense y música local. |
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Conjunto Tahai. |
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Último moai visto.
Aunque las circunstacias nos han anticipado nuestra vuelta y por lo tanto la visita a otros países vecinos, todavía nos quedan cosas por descubrir en Chile e intentaremos conocer lo máximo posible antes del regreso e iremos contándolas.
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