Nada más llegar al aeropuerto, ya nos sentimos arropados con la presencia de la cariñosa Luchi, quien nos llevó hasta su casa donde nos esperaban sus papas (Gloria y Lucho) que nos hacen sentir como en casa cada vez que venimos aquí, ya que nos acogen como nuestra propia familia. La verdad es de agradecer su hospitalidad y su amabilidad, en estos duros momentos de separarnos por un tiempo de nuestros amigos y familiares.
El jueves día 11 fuimos a la Reserva Natural Pasochoa, es un volcán inactivo, donde se protege uno de los últimos bosques húmedos andinos en el Ecuador, con la presencia de aves y mucha vegetación endémica.
Esa misma tarde, al volver de la Reserva, estuvimos saboreando el centro histórico de Quito, con sus plazas coloniales y el bullicio de sus calles.
Este día también nos sirvió para ir cogiendo el pulso a los transportes de este país, aunque se ve mejoría desde hace 6 años, siguen siendo un poco latosos y con poca información.
Al día siguiente, que también era fiesta nacional (descubrimiento de América), nos invitaron a pasar el puente Pablo y Francis en su estupenda camioneta. Fueron 3 días muy agradables, visitamos el volcán Cotopaxi, que tiene 5897m., aunque nosotros nos quedamos cerca de los 5000m (donde comenzaba el hielo) tras una dura subida por parte de los cuatro integrantes. En tres horas nos presentamos en La Maná, un pueblo que se encuentra a 300m de altitud, por lo que en este tiempo observamos la gran diversidad que ofrece este pequeño país, en cuanto a paisajes, gentes y ritmos de vida.
En este pueblo visitamos las fabulosas 7 cascadas, es un paraje de vegetación exuberante, y se llega a esta zona a través de una inmensa plantación de bananos y cacao. Ascendimos una a una, parando a hacer las pertinentes fotos en las pozas a los pies de la cascada. Resaltar la espectacular 5ª cascada, que cuenta con unos 65m. de altura, y las dos últimas que están unidas por un tobogán natural y donde se pueden realizar saltos, como no podía ser de otra forma, Pedro dejó inmortalizado el suyo.
Cogimos la camioneta de vuelta, aprovechamos los dos para ir en la parte trasera, sintiendo la libertad y el placer de viajar al aire libre.
Llegamos a Santo Domingo y nos dirigimos a una comunidad indígena Tsáchila, donde pasamos un divertido rato a costa del caótico guía Byron, además de llevarnos tatuado en brazos y cara con el fruto "güito", sus señas de protección para entrar en la selva (y que tras varios días aún llevamos).
En Sto. Domingo, nos encontramos con otro miembro de la maravillosa familia Rodas, Elena (Nena), que nos acogió estupendamente esa noche y otra antes de comenzar nuestra andadura en solitario.
Ya el domingo, otra vez en la parte de atrás de la camioneta, recorrimos los alrededores de la ciudad, y visitamos la cascada del Diablo y los espectaculares paisajes andinos. Destacar la amabilidad de estas gentes, ya que tuvimos un encuentro en el pueblo Galápagos con una familia indígena encantadora, que nos ofrecieron de forma generosa sus alimentos e incluso nos regalaron un escarabajo verde muy chulo, ¡vivo!.
Recogimos a Nena en su casa y volvimos a Quito, donde cenamos todos juntos. Nos alegra que cuando nos encontramos con ellos, celebren estas reuniones para poder disfrutar en familia.
Un besito y la aventura continúa. (Ver más fotos en entrada "FOTOS PARA NUESTROS SEGUIDORES").