La extensión de esta entrada puede resultar un poco larga, pero para nosotros ha sido una semana muy intensa, donde hemos podido disfrutar de estos hermosos paisajes andinos en compañía de una familia belga muy agradable.
Por primera vez desde que estamos en Perú, viajamos en un bus nocturno, 9 horas de trayecto hasta llegar a Caraz, un pueblo situado entre altas montañas y con una sencilla pero bonita Plaza de Armas. Esta ubicado en el Callejón de Huaylas, este callejón tiene dirección Sur-Norte y el río Santa que discurre por él, es una cuerda de unión entre las asombrosas cordilleras Blanca y Negra.
Nada más llegar y organizarnos un poco, fuimos al estrechísimo Cañón del Pato, que se encuentra final del callejón, formado por ambas cordilleras, llegando casi a tocarse. Caminamos por la polvorienta y solitaria pista paralela al río Santa, cruzando los oscuros puentes que encontramos en la ruta, asomándonos a los abruptos cortados que se precipitan hacia el saltarín torrente y apreciando constantemente los lindos paisajes. Andar por ese aislado angosto, entre gigantescos paredones, negros pasadizos y revoltosas cascadas, resulta un espectáculo para los sentidos.
Buscar transporte para llegar al inicio de la ruta
de la Laguna Parón no fue nada fácil, al final pactamos con unos belgas el pago
de un colectivo (taxi), que nos llevase al punto de partida. La laguna se
encuentra en un privilegiado entorno natural, el acceso por la empinada pista
bacheada ya es impresionante, se atraviesa un cañón de paredes graníticas de
alrededor de 1.000 metros de caída vertical, que tras varios kilómetros
desemboca directamente en la espectacular Laguna Parón (4.100 m). Sus aguas
turquesas se encuentran cubiertas por espectaculares picos nevados y al fondo
cierra el paisaje la perfecta Pirámide
Garcilaso, otorgando una belleza sublime al panorama.
Tras rodearla por el flanco
izquierdo, llegamos al fondo del valle y se abren a nuestro paso espectaculares
circos glaciares de mas de 6.000m. A
continuación nos dirigimos hacia la dura ascensión que nos lleva a la encajada
Laguna Artesoncocha (4.450 m), con aguas grisáceas-verdosas que provienen
directamente de los glaciares Caraz y Artesonanju. Comemos en lo alto del cortado, con el lago a nuestros pies,
y con un tiempo y unas vistas inmejorables, pero sin entretenernos mucho porque
aquí llueve casi todas las tardes, y esta vez no fue menos, en el regreso nos
mojamos un poco.
Entusiasmados por la preciosa ruta
llevada a cabo, bajamos al pueblo a buscar transporte para irnos a la siguiente
localidad, Yungay, y poder preparar allí la jornada próxima.
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Adrien, Christelle, Joseline, Pedri y Alicia.
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Al día siguiente comenzamos pronto
la caminata, el destino es Laguna 69, una impresionante ruta de una durísima subida
a una altitud considerable, donde las botas se pegan al terreno como si
tuviesen imanes.
Durante la aproximación en carro,
se atraviesa una enorme garganta en forma de “v”, que separa las vertientes de los
nevados Huascarán y Huandoy (dos de las mayores moles de todos los andes), y
que ubica en su área las bonitas lagunas Llanganuco, dotadas de frías aguas de
un suave color turquesa, que se encuentran encerradas entre grandes masas
montañosas, y donde las vistas que se
obtienen son soberbias. En este lugar se localiza el Quenual, un curioso árbol
de tronco curvo y cuya fina corteza se descama con el viento, semejando
trocitos de papel.
El treck comienza en un valle muy bonito, todo
está verde, hay arbolitos, riachuelos, vacas… y la subida es suave, más
adelante el desnivel aumenta y tras varias enormes zetas, llegas a la base de
la gran cascada que cierra el valle, que queda atrás protegido por el pico más
alto de Perú, el Huáscaran (6.768 m).
Un poco más adelante alcanzas una pequeña
laguna, las vistas hacia todas las direcciones son deslumbrantes y hay nevados
por todas partes. Queda el muro final de la ascensión, un paredón vertical de
unos 800 metros, menos mal que a medida que subes distingues a tu derecha la
coqueta Laguna Brogui, que alivia un poco el esfuerzo, se encuentra acostada en
un pequeño circo con sus brillantes aguas verdes-azuladas, resguardada por
iluminados picos blancos.
Superado el último escollo, lo que
se observa y se siente es difícil de expresar, fue una mezcla de sensaciones, por un lado de
superación y por otro el gozo del majestuoso panorama andino. Aparece ante nuestros ojos un paisaje de
ensueño, una enorme semi-luna con monumentales crestas nevadas, con una larga
cascada soltando agua del inmenso glaciar que forma un balcón natural encima de
la maravillosa Laguna 69, proporcionando al
estanque unas aguas turquesas e impolutas, creando un armonioso y
bellísimo espectáculo.
No hay mejor lugar para comer que
donde nos encontramos, además las nubes se van desperezando de las montañas,
dejando ver en todo su esplendor las cumbres y un cielo azul que dotan al
entorno de mayor belleza si cabe. Esta acuarela de colores te atrae y no vemos
el momento de comenzar el descenso, tanto es así que Pedro (y nuestros amigos
belgas) deciden darse un estupendo baño en esas gélidas y deliciosas aguas.
La bajada, aunque rápida es muy
entretenida débido al maravilloso tiempo que hace, cada vez que te asomas a un
valle el paisaje es increíble, y se aprecia con mayor nitidez las intensas
tonalidades de cada uno de los elementos que conforman este fabuloso lugar.
Los dos días siguientes, hacemos
unas rutas más cortas aunque también duras, en busca de miradores para poder
observar la imponente cordillera Blanca. Un día nos adentramos desde Carhuaz,
situado en la misma ladera de la sierra Blanca, pero el día está nublado y
apenas podemos ver algún picacho.
Otro día subimos a la Laguna Wilcacocha
(3.750m) en la Cordillera Negra, que aunque el camino es menos espectacular, a
medida que asciendes vas observando a tu espalda la inmensa Cordillera
vecina, siendo un lugar privilegiado
para admirar y disfrutar de una gran parte de la kilométrica blanca cadena montañosa. Nos dirigimos a una
pequeña elevación sobre la laguna de oscuras aguas con abundancia de juncos y
patos, para tener una optima panorámica, la alta plataforma sobre la que nos hallamos
es un precioso balcón desde el que podemos ver todo el Callejón de Huaylas
atravesado por el río Santa y la Cordillera Blanca.
Aunque el día no esta claro,
podemos apreciar la inmensidad de esta sierra andina. Los rayos del sol se
abren paso entre las nubes para ofrecernos por tramos los diferentes nevados,
fue una pena no haber podido divisar todo el conjunto de un solo vistazo.
El siguiente paseo que realizamos
fue a Chavín de Huántar, una larga excursión, ya que tienes que atravesar toda
la Cordillera Blanca y situarte en la otra vertiente. Antes de llegar paramos
en la laguna Querococha (3.980m), para fotografiar las bonitas estampas y
tomarnos un mote de coca para posibles males de altura.
En este entorno vive un pueblo en raquíticas cabañas redondas
de piedra y paja, para que el calor de su fuego hecho a base de excrementos de
su ganado no se pierda, utilizan esto de combustible por dar mucha temperatura
y no hacer mucho humo, además son nómadas y mueven sus cabañas en busca de
buenos pastos. Continuamos el viaje hasta el tétrico túnel de Cauris (4.450 m) que
te traspasa al otro valle y la carretera
zigzaguea paulatinamente hacia abajo, ahora ya por el valle de Conchucos,
llena de pequeños pueblos mineros.
Al llegar a Chavín visitamos las
ruinas del templo que se mantienen en un moderado estado, teniendo en cuenta
las avalanchas de agua y nieve sufridas, el saqueo de los españoles y las explotaciones
agrícolas ha que han sido sometidas estas reliquias. Esta civilización que data
del año 2000 a.C y cuyo desarrollo se
alarga durante mas de mil años, es la cultura pre-hispánica que durante mas
tiempo perduro. El conocimiento y organización de estas gentes era extraordinario,
con sus escasos recursos y valiéndose de una exquisita observación de la luna y
el sol, eran capaces de predecir el tiempo con años de antelación, y en función
a ello planificar cosechas de un modo u otro, ya que su sabiduría astronómica
era muy desarrollada. La construcción del templo esta dividida en dos, una
externa, que es donde la élite convocaba y reunía a la sociedad, y otra
interna, en perfecto estado de mantenimiento, la cual tenía un sentido mucho
mas sagrado y religioso, y solo podían entrar los altos poderes de la sociedad.
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Detalle cabezas clavas (Restos Chavín) |
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Plaza central, Templo Chavín |
La siguiente visita en la zona es
al nevado de Pastoruri, una blanca montaña de 5.400 metros, a la que hasta hace
muy poco se podía ascender, ahora por seguridad y para preservar el glaciar (que
va retrocediendo a pasos agigantados) solo dejan llegar a la base a 5.000
metros.
Durante el trayecto, se hacen
varias paradas, la primera a la Laguna Patococha, que recibe su nombre de los
patos salvajes que habitan en ella, después en el paraje donde se crecen las
Puyas Raymondis, una planta de la familia de las piñas que crece hasta los 16
metros, a una altitud entre 3.800 y 4.200 metros. Hemos tenido la suerte de ver
una en floración, ya que es la primera que se ve floreciendo en cuatro años.
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Puya Raymondi en flor y pájaros picaflor. |
Más
adelante se para en la Laguna Pumapa Shimin, también conocida como la laguna de
los siete colores porque produce diferentes efectos visuales en función de los
rayos solares y las algas que hay en el fondo, pero como estaba nublado no
hemos podido apreciar la gama de colores.
Por fin comenzamos el ascenso a la
base del Pastoruri, partimos a 4.750 metros y en media hora llegamos al pie del
glaciar, un imponente trozo de hielo de color blanco azulado con grietas que
amenazan con desplomarse. La lengua de hielo termina en dos lagos, uno de ellos
helado. Mientras estábamos viendo este último, se ha escuchado un estrépito que
correspondía al derrumbe de un enorme trozo de hielo cayendo al otro lago.
El cielo no estaba azul como hubiésemos
deseado para poder apreciar y observar este nevado y otros que se encuentran
alrededor, pero que nevara también tenía su encanto.
Esta noche viajamos hacia Lima, así que el día va a ser tranquilo, vamos a ir a unos baños termales y saunas naturales para reponer fuerzas, como el día está aclarando, a lo mejor tenemos suerte y obtenemos la panorámica deseada de la Majestuosa Cordillera Blanca.
Seguiremos contando más cositas desde el sur de Perú.