Para llegar hasta aquí todo ha sido mucho más fácil,
ya hay carreteras hasta con carril doble de circulación, y se va notando el
calor según vamos acercándonos a la playa, esto también se deja notar en el
paisaje, bajamos por el semi-seco valle que forma el río Jequetepeque, cada vez
hay menos vegetación, todo se va volviendo más
árido y los últimos kilómetros que son paralelos a la costa, la
carretera a ambos lados presenta solo desierto y espejismos.
Primero visitamos Chiclayo, una ciudad grande y a priori un poco peligrosa, pero se nos presenta amable y segura, y donde en sus alrededores podemos visitar increíbles museos y restos arqueológicos, que exhiben grandes tesoros.
El maravilloso Museo Tumbas Reales de Sipán en
Lambayeque es una joya, posee todos los restos de las tumbas encontradas en el
pueblito de Sipán, donde hay otro pequeño e interesante Museo de Sitio, y se
puede apreciar como se descubrieron estos increíbles sarcófagos y como se está trabajando en ellos. También
visitamos Túcume, un lugar donde hay 16 majestuosas pirámides truncadas que
hacían de palacios en su época, aunque hoy solo son montones de tierra, pero la
grandeza de las construcciones sobrecoge. Por el contrario el Museo de
Ferrañafe, nos decepciona un poco en comparación a los otros, pero la cultura
Sícan que la que se muestra aquí, es igual de interesante. Es alucinante como a
través de estas ruinas, han podido estudiar y descifrar con tanta paciencia la
vida de estos antepasados de una forma tan precisa y minuciosa.
La despedida de esta zona fue la visita al Pacifico,
a Pimentel, un pueblo costero con una
extensa playa y un muelle larguísimo.
Posteriormente partimos hacia la zona de Trujillo,
que fue habitada por dos civilizaciones fundamentales en el antiguo Perú, Moche
y Chimú. Como nos han contado que es una ciudad peligrosa, escogemos como punto
base para explorar esta franja el cercano Huanchaco, una tranquila población pesquera, muy
pintoresca, llena de barcas de totora (típicas barcas de pesca), de juguetones
pelícanos y surfistas que atestan la bahía. Además tiene un elegante muelle desde
donde se pueden observar y formar parte de unas brillantes y extraordinarias
puestas de sol.
Nuestra primera incursión a estas civilizaciones,
fue a la enorme extensión de muros de
barro en ruinas que es Chan Chan, el complejo de adobe más grande de la América
pre-inca, una cuidad inmensa repleta de palacios reales revestidos de metales
preciosos y construcciones más simples del
pueblo llano. De los nueve palacios reales que perduran, solo se puede visitar
uno, una meticulosa tarea de reparación y mantenimiento que te transporta a
esta capital Chimú.
Es una zona que al tener tanta riqueza arqueológica, sin la ayuda de las oficinas de turismo y de los guías que hemos contratado en cada lugar, no hubiésemos podido entender y admirar estas antiguas culturas peruanas.
A pesar de la mala fama de Trujillo, es una visita
obligada, la colonización ha dejado una huella imborrable, desde su inmensa y
colorida Plaza de Armas, hasta las bellas y elegantes casonas, que todavía están
distribuidas por la ciudad.
Como nos encontramos genial en Huanchaco, decidimos tomarnos un día de descanso y ocio. Pedro coge una clase de surf y coge sus primeras olas, Alicia, mientras se dedica a correr por el malecón, realizar pequeñas compras, a escuchar música tirada en la playa y grabar los progresos de Pedro.
Seguid, seguid!! vosotros seguid!!que cuanto mas fotos publiqueis mas notareis la envidia a vuestra regreso. besitos
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