Valdivia es una elegante y vistosa ciudad al oeste del país con tradición alemana, aquí la denominan "la perla del sur", cuenta con el atractivo río Calle Calle, donde frecuentemente aparecen lobos marinos a tomar el sol en cualquiera de sus orillas, o bien para comer los restos del pescado fresco que los vendedores del mercado fluvial botan. Este mercado es muy colorido, tanto en su interior con las variedades de productos que se ofertan (sobre todo pescado y marisco), como en su exterior, por la multicolor cubierta que posee. Tiene edificios de carácter vanguardista bien integrados con otros mas tradicionales, grandes plazas y anchas avenidas.
Al otro lado del río cuenta con una bonita y tranquila zona verde, repleta de museos y un apartado y bucólico campus universitario, situado entre el jardín botánico y la confluencia de los ríos Calle Calle y Valdivia.
Desde aquí fuimos a los cercanos pueblitos costeros, Niebla y Corral. En el primero disfrutamos de una feria costumbrista, con productos típicos y música tradicional en vivo, y tomamos un poco el sol en su extensa playa. Para llegar a Corral hay que coger un pequeño bote, pero en el trayecto todo se nubló y la temperatura se desplomó, se puso a llover y nos obligó a realizar una visita exprés y volver a Valdivia.
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Torre del Canelo, Valdivia. |
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Detalle de lobo marino. |
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Vista panorámica de la ciudad con el mercado fluvial desde el río Calle Calle.
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Playa de Niebla. |
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Feria costumbrista en Niebla Viejo. |
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Bahía de Corral. |
Al día siguiente la suerte volvió a ponerse de nuestro lado y dos hermanos (Cata y Nico) que andaban viajando por la zona nos llevaron hasta el Parque Nacional Puyehue, lleno de bonitos lagos y hermosos árboles, además pudimos admirar el volcán Casablanca y su cercano cráter "Raihuén", desde donde divisamos vastos y encantadores paisajes y un sinfín de volcanes copados por eternas nieves blancas entre la niebla que aparecía y desaparecía por momentos. Pasamos con ellos la noche en su tienda de campaña a orillas del tremendo lago "Puyehue" en Entrelagos. La siguiente mañana nos encaminamos hacia el gigante lago Llanquihue, lástima que el día estuvo un poco nublado, aun así los paisajes y pueblos que conocimos fueron una maravilla, con sus casas de madera de notoria tradición alemana, ya que este fue un gran centro de inmigración alemana a mediados del S. XIX. Visitamos los pintorescos pueblos a orillas del lago, Puerto Octay con su coqueta iglesia de madera, el precioso Frutillar con su paseo lacustre, su galardonado muelle y su moderno teatro, y el famoso Puerto Varas, aunque más grande e importante, para nosotros con un poco menos de encanto, aunque vimos una bonita feria artesanal y otra interesante feria de arte.
De aquí pasamos a Puerto Montt, ciudad portuaria, venida a menos pero con singulares e impresionantes rincones, como el mercado Angelmó, la alegre plaza de Armas y su estupendo mirador; es un lugar clave ya que sirve de trampolín hacia la Patagonia y es un puerto importante para los cruceros que surca el Pacífico.
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Puerto Octay. |
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Casa típica de esta zona, Puerto Octay. |
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Vista del Lago Llanquihue entre Puerto Octay y Frutillar. |
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Con Cata y Nico en Frutillar.
Coqueto muelle, Frutillar. |
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Teatro de Frutillar. |
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Detalle del Lago Llanquihue. |
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Edificio típico, Frutillar. |
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Puerto pesquero, Angelmó. |
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Costanera con su muelle, Puerto Montt. |
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Panorámica de Puerto Montt.
Siguiendo la carretera Panamericana (dejando para más tarde la Carretera Austral), llegamos al esperado archipiélago de Chiloé, una isla procedente de indígenas que no tuvo contacto con el exterior hasta que fue colonizada por los jesuitas españoles, y este aislamiento alimentó ricas tradiciones y misteriosas leyendas. Está formado por unas 40 islas, repleto de pastos verdes sobre sinuosas colinas con pequeños pueblos repartidos por toda su geografía. Las poblaciones más grandes se encuentran en su lado oriental, que es a su vez donde se sitúan las islitas y accede a ellas en barcazas que transportan peatones y vehículos, siendo la costa occidental mas abrupta y boscosa.
Lo imprescindible y lo que no hay que dejar de visitar en estas islas, son sus casas e iglesias de tejuelas de madera de Alerce, algunas tienen 200 años y han sido declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco.
De las poblaciones más grandes visitamos Ancud que sirve de base para avistar colonias de pingüinos y recorrer la tempestuosa y deslumbrante costa septentrional. Dalcahue, acoge una preciosa iglesia del S. XIX y es un importante centro artesanal de la isla. De aquí cruzamos a la isla Quinchao para visitar la interesante arquitectura chilota e iglesias de Curaco de Velez y Achao. Castro, capital de Chiloé, cuenta con grandes superficies modernas y hoteles lujosos, gracias al auge de la industria salmonera, destacan sus pintorescos palafitos. Chonchi, es una apacible y tranquila bahía cercana al Parque Nacional de Chiloé, desde donde hay una muy buena comunicación a Cucao, donde está situada la entrada del Parque. Lo más destacable es el Sendero de Dunas, que hay detrás de una enorme playa de arena blanca en el inmenso y salvaje Pacífico. Por último Quellón, final de la Carretera Panamericana, al contrario de lo que se espera al llegar al final de esta kilométrica ruta, te topas con una población deprimente de aire industrial, pero es el punto de enlace a través de un ferry con la Patagonia y la difícil Carretera Austral.
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Iglesia de Ancud. |
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Puerto de Ancud. |
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Fuerte Español, Ancud. |
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Típico paisaje chilote. |
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Playa Brava en Puñihiul, Pingüineras. |
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Pingüineras. |
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Vista playas Pingüineras. |
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Pingüineras desde el Mirador. |
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Rocas en el Océano. |
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Típica Iglesia en Dalcahue. |
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Canal de mar para cruzar a Achao. |
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Arboles torcidos por la fuerza del viento "pacifica". |
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Famosa Iglesisa de Achao. |
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Mirador de Achao. |
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Iglesia de Curaco de Velez. |
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Palafitos en Castro. |
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Panorámica Palafitos. |
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Puerto Chonchi. |
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Olas del Pacífico. |
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Playas de Cucao. |
Ahora empieza otra aventura, más complicada y más problemática en todos los sentidos, la mítica CARRETERA AUSTRAL PATAGÓNICA.