martes, 27 de noviembre de 2012

LIMA Y LA COSTA SUR

No teníamos pensado ir a Lima, nos habían advertido que era bastante peligroso y tampoco tenía tanto para ver, en principio pensábamos bajar al sur por el interior, pero desechamos la idea, ya que la mejor opción eran casi cuatro días de viaje para llegar al mismo destino, sin poder ver ni hacer mucho por el camino, además Pedro estuvo bastante enfermo y tuvimos que ir un par de veces al hospital, decidimos que lo mejor era viajar directos a Lima.
 
Pasar por la capital fue una gran elección, nos alojamos en el barrio de Miraflores, un lugar turístico, europeo y moderno, donde tuvimos la sensación de haber cambiado de país. Esta zona  no tiene demasiado para visitar, pero sí unas vistas muy buenas de la bahía. Fuimos hasta Larcomar, un centro comercial construido encima del acantilado con unas vistas extraordinarias  del océano Pacifico. A la mañana siguiente hicimos el recorrido por el paseo marítimo de Miraflores hacia el barrio de Barranco, para terminar en la preciosa y gran Plaza de Armas de Lima. Andamos por las calles adyacentes, repletas de casas coloniales y pintorescos edificios, que suelen terminar en alguna plazuela con su correspondiente iglesia. No pudimos aprovechar más la visita del centro porque nuestro bus a Pisco salía en breve.






Nada más entrar en esta cuidad (Pisco),el efecto devastador que causo el terremoto del 2.007, ya que hay hileras de escombros a ambos lados de la carretera y su Iglesia principal tiene la cúpula parcialmente derrumbada. Nos alojamos en un hostal muy chulo, tenía billar, mesa de pin-pon, futbolín y una piscinita (se nota que hemos llegado a la zona de turismo). Dimos una vuelta y contratamos un tour para ir al día siguiente a la isla de Ballestas y al Parque Nacional  Paracas.


 
En Ballestas no se puede caminar, pero sí moverse en barco, hay una cantidad de animales en libertad que se ven durante el trayecto que bien valen el paseo. Se hace una primera parada en la misteriosa imagen del candelabro, no se sabe quien lo hizo ni para  qué, solo que tiene más de 200 años y que se conserva gracias a que está en una ladera protegida de los vientos y en una zona donde apenas llueve una vez cada 5 años.



Viven gran cantidad de focas y leones marinos, pingüinos, pelícanos con sus picos de colores, piqueros y otras especies de aves que atiborran las rocas. El paisaje es precioso, los peñascos forman puentes e islotes que están poblados por los juguetones leones. También se dejan ver cuando descienden las olas, grandes y coloridas estrellas de mar agarradas a las orillas rocosas.

















 
Por la tarde visitamos la Reserva Nacional Paracas, es una península desértica que sobresale de la costa, con grandes playas, acantilados y paisajes lunáticos.











Al terminar todo el paseo, volvemos a Pisco a coger un bus hacia Ica, para ir al pequeño y turístico pueblo de Huacachina. Es un oasis en medio de montañas de dunas, con una laguna rodeada de palmeras y flores exóticas. Se pueden realizar actividades tan divertidas como el surf en las dunas y el “tubular” (vehículo de cuatro ruedas, cuatro tubos de chasis y un potente motor para remontar las dunas), con lo que pasamos un día bastante ameno y entretenido.
 






 El paseo sigue hacia Arequipa y sus cañones.


sábado, 17 de noviembre de 2012

MAJESTUOSA CORDILLERA BLANCA

La extensión de esta entrada puede resultar un poco larga, pero para nosotros ha sido una semana muy intensa, donde hemos podido disfrutar de estos hermosos paisajes andinos en compañía de una familia belga muy agradable.
  
Por primera vez desde que estamos en Perú, viajamos en un bus nocturno, 9 horas de trayecto hasta llegar a Caraz, un pueblo situado entre altas montañas y con una sencilla pero bonita Plaza de Armas. Esta ubicado en el Callejón de Huaylas, este callejón tiene dirección Sur-Norte y el río Santa que discurre por él, es una cuerda de unión entre las asombrosas cordilleras Blanca y Negra.


Nada más llegar y organizarnos un poco, fuimos al estrechísimo Cañón del Pato, que se encuentra final del callejón, formado por ambas cordilleras, llegando casi a tocarse. Caminamos por la polvorienta y solitaria pista paralela al río Santa, cruzando los oscuros puentes que encontramos en la ruta,  asomándonos  a los abruptos cortados que se precipitan hacia el saltarín torrente y apreciando constantemente los lindos paisajes. Andar por ese aislado angosto, entre gigantescos paredones, negros pasadizos y revoltosas cascadas, resulta un espectáculo para los sentidos.
 

 
Buscar  transporte para llegar al inicio de la ruta de la Laguna Parón no fue nada fácil, al final pactamos con unos belgas el pago de un colectivo (taxi), que nos llevase al punto de partida. La laguna se encuentra en un privilegiado entorno natural, el acceso por la empinada pista bacheada ya es impresionante, se atraviesa un cañón de paredes graníticas de alrededor de 1.000 metros de caída vertical, que tras varios kilómetros desemboca directamente en la espectacular Laguna Parón (4.100 m). Sus aguas turquesas se encuentran cubiertas por espectaculares picos nevados y al fondo cierra el paisaje  la perfecta Pirámide Garcilaso, otorgando una belleza sublime al panorama.
 
 
 
 
Tras rodearla por el flanco izquierdo, llegamos al fondo del valle y se abren a nuestro paso espectaculares circos glaciares de mas de  6.000m. A continuación nos dirigimos hacia la dura ascensión que nos lleva a la encajada Laguna Artesoncocha (4.450 m), con aguas grisáceas-verdosas que provienen directamente de los glaciares Caraz y Artesonanju. Comemos en lo  alto del cortado, con el lago a nuestros pies, y con un tiempo y unas vistas inmejorables, pero sin entretenernos mucho porque aquí llueve casi todas las tardes, y esta vez no fue menos, en el regreso nos mojamos un poco.
 
 
 
Entusiasmados por la preciosa ruta llevada a cabo, bajamos al pueblo a buscar transporte para irnos a la siguiente localidad, Yungay, y poder preparar allí la jornada próxima.

Adrien, Christelle, Joseline, Pedri y Alicia.
 
Al día siguiente comenzamos pronto la caminata, el destino es Laguna 69,   una impresionante ruta de una durísima subida a una altitud considerable, donde las botas se pegan al terreno como si tuviesen imanes.
 
Durante la aproximación en carro, se atraviesa una enorme garganta en forma de “v”, que separa las vertientes de los nevados Huascarán y Huandoy (dos de las mayores moles de todos los andes), y que ubica en su área las bonitas lagunas Llanganuco, dotadas de frías aguas de un suave color turquesa, que se encuentran encerradas entre grandes masas montañosas,  y donde las vistas que se obtienen son soberbias. En este lugar se localiza el Quenual, un curioso árbol de tronco curvo y cuya fina corteza se descama con el viento, semejando trocitos de papel.
 
 
 El treck comienza en un valle muy bonito, todo está verde, hay arbolitos, riachuelos, vacas… y la subida es suave, más adelante el desnivel aumenta y tras varias enormes zetas, llegas a la base de la gran cascada que cierra el valle, que queda atrás protegido por el pico más alto de Perú, el Huáscaran (6.768 m). 


Un poco más adelante alcanzas una pequeña laguna, las vistas hacia todas las direcciones son deslumbrantes y hay nevados por todas partes. Queda el muro final de la ascensión, un paredón vertical de unos 800 metros, menos mal que a medida que subes distingues a tu derecha la coqueta Laguna Brogui, que alivia un poco el esfuerzo, se encuentra acostada en un pequeño circo con sus brillantes aguas verdes-azuladas, resguardada por iluminados picos blancos.
 

 
 
Superado el último escollo, lo que se observa y se siente es difícil de expresar, fue una mezcla de sensaciones, por un lado de superación y por otro el gozo del majestuoso panorama andino.  Aparece ante nuestros ojos un paisaje de ensueño, una enorme semi-luna con monumentales crestas nevadas, con una larga cascada soltando agua del inmenso glaciar que forma un balcón natural encima de la maravillosa Laguna 69, proporcionando al  estanque unas aguas turquesas e impolutas, creando un armonioso y bellísimo  espectáculo.
 

 
 
 
No hay mejor lugar para comer que donde nos encontramos, además las nubes se van desperezando de las montañas, dejando ver en todo su esplendor las cumbres y un cielo azul que dotan al entorno de mayor belleza si cabe. Esta acuarela de colores te atrae y no vemos el momento de comenzar el descenso, tanto es así que Pedro (y nuestros amigos belgas) deciden darse un estupendo baño en esas gélidas y deliciosas aguas.
 

La bajada, aunque rápida es muy entretenida débido al maravilloso tiempo que hace, cada vez que te asomas a un valle el paisaje es increíble, y se aprecia con mayor nitidez las intensas tonalidades de cada uno de los elementos que conforman este  fabuloso lugar.  
 
 
Los dos días siguientes, hacemos unas rutas más cortas aunque también duras, en busca de miradores para poder observar la imponente cordillera Blanca. Un día nos adentramos desde Carhuaz, situado en la misma ladera de la sierra Blanca, pero el día está nublado y apenas podemos ver algún picacho. 



Otro día subimos a la Laguna Wilcacocha (3.750m) en la Cordillera Negra, que aunque el camino es menos espectacular, a medida que asciendes vas observando a tu espalda la inmensa Cordillera vecina,  siendo un lugar privilegiado para admirar y disfrutar de una gran parte de la kilométrica  blanca cadena montañosa. Nos dirigimos a una pequeña elevación sobre la laguna de oscuras aguas con abundancia de juncos y patos, para tener una optima panorámica,  la alta plataforma sobre la que nos hallamos es un precioso balcón desde el que podemos ver todo el Callejón de Huaylas atravesado por el río Santa y la Cordillera Blanca.


 
Aunque el día no esta claro, podemos apreciar la inmensidad de esta sierra andina. Los rayos del sol se abren paso entre las nubes para ofrecernos por tramos los diferentes nevados, fue una pena no haber podido divisar todo el conjunto de un solo vistazo.  


 
El siguiente paseo que realizamos fue a Chavín de Huántar, una larga excursión, ya que tienes que atravesar toda la Cordillera Blanca y situarte en la otra vertiente. Antes de llegar paramos en la laguna Querococha (3.980m), para fotografiar las bonitas estampas y tomarnos un mote de coca para posibles males de altura.



     
En este entorno  vive un pueblo en raquíticas cabañas redondas de piedra y paja, para que el calor de su fuego hecho a base de excrementos de su ganado no se pierda, utilizan esto de combustible por dar mucha temperatura y no hacer mucho humo, además son nómadas y mueven sus cabañas en busca de buenos pastos. Continuamos el viaje hasta el tétrico túnel de Cauris (4.450 m) que te  traspasa al otro valle y la carretera zigzaguea paulatinamente hacia abajo, ahora ya por el valle de Conchucos, llena de pequeños pueblos mineros.
 
Al llegar a Chavín visitamos las ruinas del templo que se mantienen en un moderado estado, teniendo en cuenta las avalanchas de agua y nieve sufridas, el saqueo de los españoles y las explotaciones agrícolas ha que han sido sometidas estas reliquias. Esta civilización que data del año 2000 a.C  y cuyo desarrollo se alarga durante mas de mil años, es la cultura pre-hispánica que durante mas tiempo perduro. El conocimiento y organización de estas gentes era extraordinario, con sus escasos recursos y valiéndose de una exquisita observación de la luna y el sol, eran capaces de predecir el tiempo con años de antelación, y en función a ello planificar cosechas de un modo u otro, ya que su sabiduría astronómica era muy desarrollada. La construcción del templo esta dividida en dos, una externa, que es donde la élite convocaba y reunía a la sociedad, y otra interna, en perfecto estado de mantenimiento, la cual tenía un sentido mucho mas sagrado y religioso, y solo podían entrar los altos poderes de la sociedad.
 
        
Detalle cabezas clavas (Restos Chavín)
 
Plaza central, Templo Chavín
La siguiente visita en la zona es al nevado de Pastoruri, una blanca montaña de 5.400 metros, a la que hasta hace muy poco se podía ascender, ahora por seguridad y para preservar el glaciar (que va retrocediendo a pasos agigantados) solo dejan llegar a la base a 5.000 metros.

Durante el trayecto, se hacen varias paradas, la primera a la Laguna Patococha, que recibe su nombre de los patos salvajes que habitan en ella, después en el paraje donde se crecen las Puyas Raymondis, una planta de la familia de las piñas que crece hasta los 16 metros, a una altitud entre 3.800 y 4.200 metros. Hemos tenido la suerte de ver una en floración, ya que es la primera que se ve floreciendo en cuatro años.


Puya Raymondi en flor y pájaros picaflor.
       

Más adelante se para en la Laguna Pumapa Shimin, también conocida como la laguna de los siete colores porque produce diferentes efectos visuales en función de los rayos solares y las algas que hay en el fondo, pero como estaba nublado no hemos podido apreciar la gama de colores.
 
Por fin comenzamos el ascenso a la base del Pastoruri, partimos a 4.750 metros y en media hora llegamos al pie del glaciar, un imponente trozo de hielo de color blanco azulado con grietas que amenazan con desplomarse. La lengua de hielo termina en dos lagos, uno de ellos helado. Mientras estábamos viendo este último, se ha escuchado un estrépito que correspondía al derrumbe de un enorme trozo de hielo cayendo al otro lago.  



El cielo no estaba azul como hubiésemos deseado para poder apreciar y observar este nevado y otros que se encuentran alrededor, pero que nevara también tenía su encanto.


Esta noche viajamos hacia Lima, así que el día va a ser tranquilo, vamos a ir a unos baños termales y saunas naturales para reponer fuerzas, como el día está aclarando, a lo mejor tenemos suerte y obtenemos la panorámica deseada de la Majestuosa Cordillera Blanca.

Seguiremos contando más cositas desde el sur de Perú.