jueves, 23 de enero de 2014

FRONTERA ANDINA CHILENA-ARGENTINA.

Pasada la noche de Navidad tranquilamente en un lugar fantástico, tomamos la misma mañana del 25 "la bimodal", una increíble travesía que te traslada de Hornopirén a Chaiten en tramos de fiordos y caminos de ripio entre hermosos bosques. 

Se va dejando atrás la femomenal estampa de los volcanes Hornopirén y Yates, y el propio pueblo, adentrandonos por el angosto pasillo que se abre entre la isla de Los Ciervos y el P.N. Hornopirén. Después, se cruza el fiordo Leptepú, pasando por islas e islotes gigantes que se dispersan por el enorme Golfo de Ancud y otros brazos de mar que se internan tierra adentro; Quintupau y Cahueimo, es una sensación maravillosa surcar estos lares con un tiempo espectacular, metidos entre gigantescas y altas montañas boscosas donde el silencio es abrumador. Tras pasar un pequeño tramo de tierra entre Leptepú y Fiordo Largo, vuelves a embarcar para llegar a la remota Caleta Gonzalo, aquí el tiempo empezó a cambiar. 

Dejando atrás Hornopiren.



El volcán Hornopirén y el nevado Yates al fondo.
Uno de los fiordos que se introducen tierra adentro.

Caleta es un lugar hermoso, aislado, quizás demasiado, al menos a nosotros nos costó mucho salir de allí. Habíamos llegado practicamente solos en el barco (2 ciclistas y una familia) y eso nos imposibilitaba seguir, solo había unas cabañas de lujo porque esa zona pertenece a una reserva privada que sirve de paso para embarcar en la bimodal y se aprovechan de estar lejos de todo. De repente apareció una familia que venía a visitar la zona y aunque tuvimos que esperar a que vieran el río y los alrededores, nos hicieron hueco en su furgoneta para llevarnos a Chaitén.

Desembarcando en Fiordo Largo.
Camino austral al Chaiten.
El trayecto a Futaleufú sigue siendo el típico paisaje de la carretera austral, aunque se sale de ella al girar al este en Villa Santa Lucía para llegar a nuestro destino, muy cerca ya de la frontera argentina. Al dejar la carretera austral se llega al enorme Lago Yelcho donde el caudaloso y gran río Futaleufú desemboca sus azules y bravas aguas procedentes de Argentina, uno de los mejores sitios del mundo para practicar rafting.

"Futa" es un lugar muy ordenado y cuidado, con bonitas casas de montaña de madera y piedra, cuenta con una original plaza  que es de las más bonitas que hemos visto en Chile, y que deja pasar el tiempo de forma pausada y relajada entre montañas, lagos y varios ríos que la rodean.

Esa misma tarde, nos subimos a La Bandera, un mirador natural con vistas a la cuidad, al Lago Espejo y a todas las montañas todavía con nieve que la rodean. 

Vustas de Futa.




Panoramicas desde el cerro La Bandera.
Al día siguiente subimos al imponente Pico del Aguila y a visitar algún lago que divisamos desde su volada cumbre, aunque esto nos hizo bajar mucha altura para tener que retomarla por el otro lado del río.













De ahí tocaba cruzar a Argentina, no había mucha comunicación, así que intentamos ir a dedo y al cabo de un rato resultó, un matrimonio argentino que habían venido a pasar el día a Futaleufú después de pasar de largo se dieron la vuelta a buscarnos. El paso fronterizo es precioso, se sigue por la vertiente del río Futaleufú, que en el argentino su azul es más intenso pero transcurre mucho más calmado. En seguida el paisaje se torna más árido y la extensa pampa se comienza a vislumbrar. 

Hablando con ellos decidimos seguir avanzando juntos y dejar el pequeño Trevelín atrás para visitar el Lago Amutai Quimei, un inmenso lago artificial que abastece de electricidad a gran parte de Argentina y que forma parte del extenso Parque Nacional de Los Alerces. De ahí nos dirigimos a Esquel, donde nos despedimos de esta amble y simpática pareja.


El enorme lago Amutai Quimei.
Entrando en Argentina y su pampa.
Acceder a otra entrada del P.N desde Esquel nos resultó muy complejo, tuvimos que coger un bus que nos dejó en mitad de un cruce de un camino hacia el Parque, donde a penas pasaban vehículos y después de un largo rato, nos recogió una guardaparque que había bajado a Esquel a hacer sus compras navideñas. Nos dejó en la caseta de información del Parque e hicimos una de las pocas rutas que se podían realizar debido al Hanta (un virus que causan los ratones por la floración de la caña que se produce una vez cada 70 años, !qué suerte!), ésta transcurría por la orilla del precioso y azulado Lago Futalaufquén, a continuación visitamos unas pinturas rupestres, intentamos proseguir hacia el norte, la verdad que está difícil, porque en estas fechas fechas festivas hay pocos turistas y solo hay un autobús a primera hora que atraviesa el enorme Parque. Cuando estábamos hablando con un alicantino que lleva 7 meses recorriendo sudamerica en bici, nos pararon 3 chicos argentinos que iban al camping de Laguna Verde y nos llevaron hasta allí parando en varios miradores. El cielo cada vez estaba más amenazante e intentamos continuar, pero el inicio de la lluvia y que no pasaba nadie nos obligó a quedarnos en el camping, este era muy caro y no tenía ningún servicio, además las parcelas y los baños estaban cercados para evitar el contagio del virus Hanta, ¡muy apetecible!. No paró de diluviar en toda la noche,  aunque justo por la mañana cesaron las lluvias, decidimos coger el bus que nos cruzaba todo el Parque en dirección norte al no poder realizar ninguna ruta interesante debido a la escasa movilidad, al virus Hanta y al tiempo inestable. 


Imagenes del P.N Los Alerces.



El destartalado bus nos dejó 4 horas después en las inmediaciones del Lago Puelo en la última entrada del Parque Nacional Los Alerces, muy cerca del Bolsón, el pueblo hippie por excelencia, nos decepcionó un poco, el famoso mercado era bastante pequeño y muy similar a cualquier mercado artesanal. Comimos y aprovechamos para subir a un cercano mirador donde las vistan también eran menos de lo que pensábamos. A media tarde cogimos un bus a San Carlos de Bariloche, un lugar demasiado turístico y muy caro, pero donde pudimos disfrutar de la sabrosa carne argentina, su preciosa zona centro con su arquitectura alpina y del mirador del Cerro Campanario, donde se divisan una gran sucesión de lagos y brazos de mar impresionates, destacando el Lago Nahuelhuapi por ser el más grande y el que baña la cuidad de Bariloche. 

Argentina día a día nos desilusiona, la enorme inflación hace que el alojanmiento, el trasporte e incluso la comida suban de un año a otro el doble, encareciendo la estancia, por lo que valoramos ir a Chile a pasar la Nochevieja a pesar de tener que superar muchos kilómetros y dificultades geográficas.

La última población argentina que visitamos fue San Martín de los Andes, muy similar a La Angostura (donde pasamos de largo por las ganas de llegar a Chile y por ser el top vacacional y glamuroso de esta zona), a la cual se llega por un recorrido maravilloso denominado los "7 lagos". Una ciudad abarrotada de turistas pero con bastante encanto, un sitio cuidado y limpio con casas de madera y piedra y tiendas y restaurantes muy elegantes.

Vista dellago de El Bolsón.
Vistas desde el mirador Campanario.

La bonita y coqueta ciudad de San Carlos de Bariloche.




Finalmente tras dos días de intenso desplazamiento, llegamos a Chile para ver comer las uvas y felicitar el año por skype a nuestras familias.

Desde San Martín a la frontera chilena, hay una complicadísima conexión y la única opción era ir a dedo, aunque en Argentina no es nada fácil avanzar de esta manera, tuvimos la gran suerte de que Daniel y su hijo Lautaro iban de paseo a esa zona y nos llevaron los 46 kms de ripio hasta la misma aduana argentina. Esta frontera nos es muy trasitada y hay que añadir que este día era 31 de diciembre. Desde aqui, tuvimos que andar un kilómetro hasta la aduana chilena donde rápidamente todo comenzó a ser favorable, los mismos carabineros chilenos nos trasladaron los 12 km que nos separaban de la barcaza Hua Hum con una sola salida diaria hasta Puerto Fuy y que si no podíamos llegar a montar nos quedábamos practicamente en medio de la nada en este día. 

El recorrido por el Lago Pirihueico es de una hora y media, donde deberíamos tener la vista privilegiada del volcán Chushuenco, pero que la lluvia nos lo impidió, aún así, estabamos contentísimos y orgullosos de haber llegado a nuestro destino.

Nada más desembarcar, comenzó el diluvio que no cesaría en dos días. Conseguimos contactar con la familia que nos había alojado la otra vez que estuvimos aquí y pasamos con ellos la Nochevieja, cenando un rico cordero asado a la brasa y viviendo "en familia" otra experiencia muy enriquecedora en está aventura. Se portarón fenomenal con nosotros y nos dieron el calor que buscabamos tanto familiar como clmático.

Después del temporal salimos hacia Villarrica para descubrir su Parque Nacional y maravillarnos con sus vistas al volcán desde la ciudad, esperamos podrelo contar pronto.

jueves, 2 de enero de 2014

LOS ULTIMOS RINCONES CHILENOS


Por segundo año consecutivo desde Sudamérica FELIZ 2014.

Hoy 1 de enero de 2014 es el primer día que descansamos y tenemos tiempo para actualizar el blog desde que salimos en ruta hace 15 días. Estos dos días, a pesar de estar en verano, han estado muy lluviosos y no nos ha permitido hacer nada excepto celebrar la Nochevieja con una familia chilena arropados del temporal en su cálida casa en Puerto Fuy.

A pesar de la inaccesibilidad de algunos Parques Nacionales y el no estar todavía en temporada alta veraniega lo que reduce mucho la cantidad de autos, hemos podido ver la mayoría de ellos. 

Tras una larga jornada en camión desde Talca, llegamos a Cañete, una de las entradas hacia el P.N. Nahuelbuta, donde tuvimos que hacer noche para intentar subir a la Piedra del Águila, que es un mirador natural y la estrella de este Parque. Nos separaban aún unos 50 km. por pista de tierra y aunque logramos acercarnos un poco, no hubo posibilidad de llegar al destino.

Una vez que abandonamos la cordillera de la costa, teníamos que cruzar el país por su parte angosta hasta la cordillera andina para ir al P.N. de Tolhuaca y la Reserva Nacional de Malleco. Esta zona destaca por ser asentamiento de los indígenas Mapuches y por su riqueza forestal, donde predominan bosques nativos de coigües, lengas y araucarias.

De nuevo surgió la magia de Chile, una fabulosa familia alemana-chilena, nos acogió en su impresionante casa rodeada de jardines y árboles maravillosos, en un enclave inmejorable con sus plantaciones de trigo, avena y raps o canola (para hacer aceite con omega 3). Tomar las "once" (merienda-cena típica) y charlar hasta bien entrada la noche con ellos, fue muy interesante y entretenido.  

Con Guillermo y Úrsula.
Aquí visitamos el zigzagueante salto de "la culebra" y la laguna Malleco, que en sus 12 km. de ida y vuelta no vimos absolutamente ningún vehículo ni persona. Unos metros más abajo del final del Lago se ubica el espectacular y precioso salto de 49 mts. de Malleco, con una enorme poza verde rodeada de musgos que forman gota a gota cortinas de agua a su alrededor.

Retornamos para ascender el empinado y duro sendero a la Laguna Verde, donde pasaríamos la noche iluminados por la luna llena y arropados por un gran bosque de centenarias araucarias.

Vistas del volcán Llaima, mientras esperábamos para subir a Tolhuaca.
Iniciando la ruta hacia el salto de "la culebra".
Llegando a la Laguna de Malleco.
Las típicas y nativas araucarias.
Rodeando Malleco.
Los 49 mts. de caída de Malleco.
Primer plano de una araucaria.

Atardecer en la Laguna Verde.

Descendiendo de la Laguna Verde, con el Lago Malleco al fondo.
Nuestro campamento a orillas de la laguna Verde.
Conguillío es uno de los Parques más visitados de Chile, su gran afluencia es bien merecida, porque posee impresionantes panorámicas además de ser el Parque más representativo de la araucaria chilena. Tiene variados ambientes, profundos valles, lagos y lagunas, volcanes con sus rastros de ceniza y lava y espectaculares bosques milenarios de araucarias. 

Accedimos al Parque por el sector de Curacautín, para poder ver en primera fila las tremendas lenguas de lava y piedra volcánica que han dejado las múltiples explosiones del gigante volcán Llaima.

Encima de los restos volcánicos.

Después, con mucha suerte y mucho esfuerzo llegamos a la Laguna Captrén en cuyas aguas hay enterrado un bosque nativo, que hace especial y místico este lugar.

Laguna Captrén y Sierra Nevada al fondo.

Continuamos hasta el gran Lago Conguillío, con sus aguas azules y cristalinas. Tras instalarnos en el camping fuimos a dar un placentero paseo al atardecer en kayak en sus tranquilas aguas, para ir a  visitar 3 enormes cascadas que se encuentran en la orilla noroeste del Lago. La más espectacular se encuentra metida en un circo que se comunica con el Lago por un estrecho brazo y que tiene su origen en un gran hueco redondo horadado en la roca. 
El Lago Congullío.





A la mañana siguiente realizamos la ruta de "Sierra Nevada", un cordón montañoso desde el cual divisamos una de las mejores vistas de todo el viaje. Las magnificas aguas del Conguillío, las numerosas cascadas que embellecen el ambiente de montaña, los grandes bosques de araucarias y los imponentes picos nevados de los volcanes Llaima en primer plano y Villarrica al fondo.
Reflejos del cordón de Sierra Nevada.
Uno de los nutrientes del Lago Conguillío.
Vistas del gran Llaima desde Sierra Nevada.

Araucarias con el volcán Villarrica al fondo.



Por la tarde y antes de salir del Parque, visitamos las Lagunas Arco-iris y Verde, recorrimos el sendero del cañón Truful-Truful, que nos muestra una interesante historia geológica del sector y cuenta con un llamativo contraste de zonas de antiguas lavas, bosques nativos y el volcán Llaima siempre omnipresente.

Laguna Verde.
Las 2 chimeneas del volcán y sus más modernas erupciones.
Salto del Truful-Truful.

La ruta de los P.N. continuaba y ahora nos dirigíamos de nuevo a la carretera austral, esta vez desde Puerto Montt seguimos bajando por el lado más pegado al macizo montañoso andino. Aquí dejamos las fotos de Puerto Montt y alrededores.




En esta zona tuvimos el placer de conocer a Eugenio, que nos ayudó muchísimo durante los dos días que recorrimos el boscoso P.N. Alerce Andino, dándonos alojamiento en su recién adquirido fundo e incluso haciendo de taxista por las solitarias pistas de acceso.


Con Eugenio a la entrada de su inmensa propiedad con el  volcán Calbuco.

Este Parque fue creado para proteger el bosque de alerce, especie endémica declarada Monumento Nacional Natural, cuya belleza escénica de su paisaje boscoso y sus lagunas de montaña entre la selva, dotan a este lugar de una hermosura sin igual. 

Aquí realizamos un sendero que lleva de la Laguna Sargazo a la Laguna Fría, por un camino muy acondicionado y bien cuidado, manteniendo en todo momento la armonía del paisaje y sin utilizar ningún material que no provenga del mismo entorno. 

Antes de comer en la Laguna Fría.


Uno de las muchas obras hechas con la propia madera del Parque.
En la playa de la Laguna Sargazo.
Playa de troncos arrastrados por la corriente y el viento.
Por último pudimos ver el Parque Nacional de Hornopirén, bastante difícil de acceder ya que se encuentra en una zona geográfica muy abrupta. Comienzas en la carretera austral para luego realizar una travesía en barcaza por el estuario de Reloncaví y de nuevo recorrer 107 Km por ripio hasta llegar al pueblo de Hornopirén donde empieza realmente lo complicado, llegar a la entrada del P.N y además en Nochebuena. Desde el pueblo hay que remontar una solitaria pista de unos 18 km por los que no pasa casi ningún vehículo y a partir de aquí, hay que andar otros 7 km de subida hasta el inicio del Parque y de ahí aún quedan unos 3 km hasta el Lago Pinto Concha, donde nos relajamos tumbados al sol de la patagonia.

Lago Pinto Concha.



Bosque de Alerces antes de llegar al Lago.


Cordillera patagónica del Pacífico. Camino al P.N.



Hornopirén fue este año el bonito lugar donde pasamos Navidad, un precioso paisaje con ríos y fiordos modelados por procesos tectónicos, volcánicos y glaciales que han originado este singular paraje de abruptas y elevadas montañas con angostos y profundos valles por donde se deslizan transparentes ríos.
Patos en muelle de Hornopirén.


El transbordador que nos llevará a la primera parte de la bimodal.


La costanera con el volcán Yates al fondo.


La plaza de Armas con sus adornos navideños.

Continuamos hacia el sur por la llamada bimodal (tramos alternos entre mar y tierra) hasta Chaitén y de  ahí continuar a Futaleufú y pasar al lado argentino para ver su región de Los Lagos.