viernes, 14 de marzo de 2014

EL ÚLTIMO CAPITULO DE SUDAMERICA


Salimos temprano de Talca a Santiago con Gonzalo (ya nuestro ex-jefe, jajaja), nos vino fenomenal su ayuda porque pudimos transportar las maletas de casa a casa y no tener que cargar con el pesado equipaje. Tras el paso siempre estresante de Santiago y no poder aclarar nada sobre el cambio de billete que nos comunicó la compañía, decidimos salir rumbo al norte.

La noche se nos echó encima en un pueblito cercano a la ruta 5, Hijuelas, donde no había ningún lugar para dormir, charlando con la gente del pueblo nos cedieron la pradera de la piscina para montar la carpa, un foco y los baños para podernos duchar. Además el Sr Raúl, encargado de la instalación nos trato exquisitamente, nos invitó a su casa a cenar y tomar té,  a desayunar y a ducharnos, el hombre no podía estar más contento de atender a unos gringos españoles, ¡quién se lo iba a decir!. 

El siguiente destino era Vallenar y tocó desplazarnos en puro camión, empezamos a observar el terrible desierto seco y árido del norte de Chile. Pasamos una agradable noche en Vallenar con interesantes charlas con Andy, un escoces que estaba viajando desde Venezuela a Punta Arenas en bici, y con la dueña del hostal, que nos enterneció con su enfermedad, desde aquí nuestros mejores deseos y mucho ánimo.

Desde Vallenar llegamos a Huasco Bajo, donde comienza la preciosa costa de arenas blancas y playas insertadas en la desértica región de Atacama. El Parque Nacional Llanos de Challe cuenta con la hermosa playa Blanca, además protege el denominado "Desierto Florido", fenómeno natural que se produce cuando algún año llueve en primavera, transformando el monótono ocre en una capa multicolor de infinitas y efímeras flores.

La iglesia de Carrizal Bajo.
Saliendo de Huasco Bajo.
En las playas blancas del P.N. Llanos de Challe.

P.N. Llanos del Challe, parte alta.

En Carrizal Bajo, con la familia Ahumada.
La preciosa Playa de La Virgen.
De camión en camión atravesábamos el inmenso desierto, la rutina por estas carreteras es total; grandes rectas, escaso tráfico y un paisaje inalterable y pesado, (pero a la vez bello con sus suaves y redondeados contornos), así que los camioneros rompían esta monotonía con nuestras aventuras sobre su país y las curiosidades sobre el nuestro. Ascendiendo por el interminable arenal, se ve gran parte de la riqueza de la historia del norte chileno, ligada estrechamente a la industria del salitre y la minería. Estas regiones poseen unos de los mayores contrastes del planeta, desde el mar al desierto, desde la cordillera al altiplano y horizontes infinitos de tierra, sol y estrellas. 

Típica carretera del norte de Chile.
Monumento a los trabajadores de la sal, cerca de Antofagasta.
Con Héctor y su camión.
Tocando la "mano" del desierto.
La curiosa mano por su otra cara.
Visitamos Antofagasta y Calama, dos ciudades mineras en medio de la arena que invade todo, es increíble llegar a estas enormes poblaciones y ver un mastodonte construido y encajado a la fuerza en medio de la nada. Ambas ciudades tienen pocas bellezas, por el contrario hay zonas muy peligrosas, donde la prostitución, la delincuencia y la marginalidad reinan a sus anchas. En "Antofa" aún puedes ver tranquilamente el interminable paseo marítimo, su Plaza de Armas y algunos museos interesantes de cómo se formó la cuidad a través de su puerto marítimo, el tren y la riqueza mineral del extenso y salvaje desierto atacameño. 

Vista de Antofagasta desde el puerto.
Iglesia de Antofagasta y el kiosko de Retreta, cedido por Croacia por el centenario de la ciudad.
Museo del ferrocarril, historia de la ciudad.
Vista de la ciudad empotrada entre la arena y piedra del desieto.
A unos pocos kilómetros se encontraba la gran insignia de la ciudad, "La Portada", rodeada de bonitos acantilados y playas solitarias.

Acantilados cerca de la Portada.
La famosa Portada de Antofagasta.
Caminando por encima de los acantilados.

Antes de darnos un bañito en este paisaje singular.

Subir tan al norte tenía como fin ver de nuevo el Dakar, pudimos disfrutar de este evento a su llegada y salida en los alrededores de Calama, sobre todo la atractiva partida en medio del desierto y a una altitud interesante de 3010m, de nuevo la experiencia mereció la pena, ver a estos autos devorar estos terrenos es una pasada.


Impresionante imagen del helicóptero a pie de tierra.

Pedri animando a los corredores.
Marc Coma a la salida de Calama.

Carlos Saiz en la zona alta.
Peterhansel en otro tramo.

El imponente Hummer de Gordon.





Dándolo todo, jaja.

El  lejano oasis de San Pedro de Atacama no nos enamoró tanto en relación a su fama, varios motivos fueron los culpables. Para empezar, la visita el año anterior al salar de Uyuni, situado a pocos kilómetros pero en el lado boliviano, nos dejó tan buen sabor de boca que veíamos difícil de superar, por otro lado el tiempo no acompañó mucho, incluso cayó una enorme tormenta que dejó todo embarrado y la cuidad quedo paralizada, (es lo que tiene que llueva tan poco), la cantidad de gente tampoco favoreció nada la visita, y por último, las ganas de volver a casa con los nuestros dominaba ya nuestras mentes. 

Pero no fue todo negativo, vimos las principales atracciones de la zona, la quebrada Catarpe , la fortaleza Tulor, las saladas lagunas de Céjar y el mismo San Pedro con su encanto particular, con sus calles de tierra, casas de adobe y su preciosa iglesia blanca. 

Llegando a San Pedro, el particular paisaje ya se distingue.


En la entrada a la Fortaleza de Tulor.
Camino a la quebrada de Catarpe por el cauce seco del río Loa.


Quebrada de Catarpe.
Las saladas lagunas de Céjar con los flamencos.
Una de las lagunas con los volcanes nevados al fondo.
Flotando en la sal.
En los alrededores de San Pedro en nuestras bicis.
La Iglesia blanca de San Pedro de Atacama.

También conocimos aquí a Natan y Nacho, dos argentinos maravillosos que nos hicieron pasar unos días estupendos en su compañía. Las noches eran de disfrute gastronómico bajo el cielo estrellado del norte chileno, en esto de los asados los argentinos son los reyes, y Natan nos mostró el profesionalismo al que pueden llegar. Recorrimos en su auto, la bonita y multitudinaria playa de Hornitos, la maravilla de costa del Pan de Azúcar y nos despedimos de ellos en La Serena. Esperemos encontrarles pronto en algún lugar del mundo, lo pasamos realmente bien con ellos.

El enorme sol del atardecer en la playa de Hornitos.

La acogedora playa de Hornitos.
Con Natan y Nacho en nuestro campamento.
Preparando la cena.
Paseo matinal "en solitario".
Los originales pilpilenes.
Exquisitos pimientos rellenos a la brasa.
Degustando la cocina de Natan.

Típica vegetación del P.N. Pan de Azúcar, Copiapoa.
Vista de la Isla Pan de Azúcar y sus playas desde el mirador.

Aprovechamos unos días en la coqueta y animada  ciudad de La Serena, lo conocíamos bien de la vez anterior, aquí teníamos todo solucionado, el alojamiento, el supermercado, las playas, las actividades culturales y el lugar para hacer dedo para bajar a Santiago, así que tocaba un poco de relax y dejar pasar el tiempo para el inminente regreso.


De camino a Santiago pasamos a ver el Parque Natural de  Fray Jorge , donde a pesar de ser casi imposible su acceso y su posterior visita sin coche, una vez más conseguimos el objetivo y pudimos ver el  inverosímil bosque que quedó atrapado a orillas del océano Pacifico en la última glaciación. 

Con Leo, nuestro "taxista", y los aventureros Alondra y Rodrigo.



Los últimos días en Santiago los pasamos en casa de Goyo y Tuto y su familia, la acogida una vez más no pudo ser mejor, nos hicieron sentir como en casa y compartimos anécdotas e interesantes charlas con el conjunto familiar. Goyo nos deleitó con sabrosas comidas, nos llevó al colorido mercado de La Vega y nos mostró su arte con el piano y el acordeón. La enorme casa en la que viven es una joya de estilo victoriano, posee un extenso jardín con piscina incluida, además la situación es idílica.


Preparando la maleta en casa de Goyo y Mª Luisa.
El sábado por la tarde también fuimos a despedirnos ya por última vez de Angélica y salimos a tomar algo por la zona Vitacura, pensamos que ella será una de las primeras en visitarnos en España.

Llegó el momento de retornar a España, Goyo fue el encargado de acercarnos al aeropuerto. De camino por primera vez sentimos el final de la aventura, se acababa la emoción de cada día, de qué y con quien nos encontraríamos, la inaudita magia de haber disfrutado de un viaje sin billete de vuelta y todo lo que ello significa, se terminaban las numerosas noches bajo el arco estrellado del iluminado cielo del hemisferio sur, las  preciosas y solitarias rutas de los Andes, las blancas aguas espumosas del Pacifico y tantas y tantas cosas que siempre recordaremos y tanto hemos disfrutado.


Volando de vuelta a casa.
Sin embargo, todo esto quedó lejísimos cuando llegamos por sorpresa a casa 4 días antes de lo que habíamos anunciado. Las caras de felicidad y satisfacción de nuestras familias al vernos, no se pueden describir, fue un momento muy emotivo y especial, la alegría rompía y desbordaba en los rostros brillantes de nuestras familias buscando explicación a semejante sorpresa. !Qué bonito es viajar cuando tienes a tu gente esperándote!

Ahora toca disfrutar de los nuestros y asimilar todo lo que hemos vivido en este tiempo.

Esperamos que hayáis disfrutado con nuestra/vuestra aventura y gracias por seguirnos cada día. 

(Seguiremos subiendo algún vídeo más).