domingo, 24 de marzo de 2013

EL FIN DEL MUNDO

Llegamos a Punta Arenas capital de la región y la provincia magallánica, y la ciudad más importante de la Patagonia chilena. Es un lugar ideal para organizar el viaje a la provincia Antártica, objetivo final del viaje.

La ciudad tiene un carácter cosmopolita y una arquitectura europea, destacando la Plaza de Armas y sus alrededores, llenos de palacios y antiguas edificaciones que describen la época pionera de la villa. En el centro de la Plaza, destaca la gran escultura en honor a Hernando de Magallanes, que sujeta en un lateral una figura de un Indio que tiene el pie desgastado porque todos los turistas nos acercamos a tocarlo, según la leyenda para volver otra vez a estos lares. Esta escultura hace honor al atractivo mayor de este lugar, el inalcanzable y peligroso Estrecho de Magallanes, que separa el continente de la Antártica. Paseamos por su bonita y cuidada costanera admirando las primeras estribaciones australes que se divisan al otro lado del Estrecho y observando los vestigios de antiguos muelles y embarcaciones que hicieron germinar Punta Arenas, también apreciamos las muchas flotas que aún hoy en día se abren paso entre los dos mayores océanos del mundo o se dirigen al continente antártico.

El Cementerio Municipal, aunque sorprenda, es un bellísimo lugar por sus bonitos mausoleos y sus pulcros jardines, además relatan silenciosamente la historia de esta lejana tierra de aventureros.  

El mirador Cerro de la Cruz, ofrece una panorámica de la ciudad portuaria, con sus techos de colores y calles que culminan en el azul Estrecho.

La Catedral en la Plaza de Armas, Punta Arenas.
El indio más famoso de Punta Arenas.
Mausoleos y jardines del Cementerio.

Panorámica desde el mirador del Cerro.
Vestigios en la costanera.
Tras varios días atrapados en Punta Arenas por no tener transporte para dirigirnos al Fin del Mundo, y eso que lo intentamos por todos los medios, incluso con la Armada de Chile, por fin llegamos en avión a Puerto Williams, la ciudad más austral de la tierra, la población más al sur que uno puede llegar sin salirse del planeta. Esta localidad se encuentra en la isla de Navarino, al sur de Tierra de Fuego, al oeste tiene la mastodóntica barrera de fiordos y montañas sobre las cuales yacen Campos de Hielo y un laberinto de canales patagónicos,  y por debajo de ésta, solo queda el ventoso Cabo de Hornos y la helada isla Antártica.

En Puerto Williams estuvimos menos tiempo del deseado, la combinación de transporte así nos lo impuso, pero pudimos disfrutar de un pequeño trekking hasta el Cerro Bandera, internándonos en los vírgenes bosques de este lugar, el cual ofrece una maravillosa vista de la cuidad, del Canal Beagle y del escarpado y boscoso sur de la gran isla de Tierra de Fuego. Sentir el Fin del Mundo es una experiencia única, de perfecta comunión con la naturaleza, con un paisaje que desafía constantemente, imponiendo su belleza, pureza y extensión. 

También degustamos la gastronomía antártica por excelencia, La Centolla, que tiene su origen en las heladas aguas del Canal Beagle.  La encantadora y divertidísima Cecilia nos deleito con un magnifico “chupe de centolla”, y un saco de las espinosas y sabrosas patas de este crustáceo acompañadas de un buen vino chileno.


A vista de pájaro, la Tierra de Fuego.
Sobrevolando el increíble Canal Beagle.
Aterrizando en la isla de Navarino, dejando atrás la Tierra de Fuego.
Recién llegados a Puerto Williams.
Bonita imagen de la isla de Navarino con sus "Dientes" al fondo.
Original puente en un pequeño brazo de mar, Puerto Williams.

Vista desde el mirador de La Bandera con la Tierra de Fuego al frente.
Imagen de Puerto Williams y el Canal de Beagle.
Con Celilia y el resto de comensales, antes de comer el "Chupe de centolla".


A la mañana siguiente, emprendíamos la subida a tierra firme en la mítica Transbordadora Austral Broom, remontando el impresionante Beagle, serpenteando por los canales patagónicos entre fiordos, multitud glaciares e innumerables islas vírgenes cubiertas de espesos bosques, uno de los paisajes mas salvajemente hermosos del mundo.

La asombrosa y extraordinaria travesía dura unas 30 horas, comenzando en el Beagle para pasar a la helada Cordillera de Darwin con su multitud de azules glaciares que caen sobre el Pacifico en el larguísimo Canal Pomar, después atravesamos el angosto y oscuro Canal Ballenero, más tarde accedimos a la aislada Bahía Desolada, donde vimos un espectacular atardecer en un solitario paraje entre islas y fiordos, para llegar antes de que cayera la noche al intrincado Paso de Brecknock, a continuación viramos hacia el norte para atravesar  el Canal Cookburn, proseguimos por el Canal Magdalena antes de llegar al Estrecho de Magallanes y encontrarnos con el primer lugar de tierra firme, el Cabo Froward o último resquicio de tierra que ven los más intrépidos aventureros que quieren visitar las tierras antárticas.

A pesar de ser uno de los lugares más inhóspitos del planeta, cuya característica son las bajas temperaturas y fuertes vientos durante todo el año, nosotros disfrutamos de un tiempo bastante aceptable. Independientemente del tiempo, los animales pobladores se dejan ver posándose o saltando sobre estas gélidas aguas, como los centenares de aves, leones marinos y las imponentes ballenas que se lucen con sus acrobáticos saltos y enérgicos coletazos.

Dejando atrás el Fin del Mundo y al fondo los famosos "Dientes de Navarino".


Avanzando por el impresinante Beagle


Ushaia con la Cordillera Darwin al fondo.


Llegando al corazón de la Cordillera Darwin.


Primer glaciar del camino, el Glaciar Italia.


Glaciar al borde del canal Pomar.

Sorpresa, aparecieron las ballenas, un espectacular coletazo ballenero.


Espectacular coletazo ballenero.
Canal Pomar, de fabula, y eso que no se aprecian los glaciares.

Fuegos artificiales en el agua, una de las bonitas figuras que forman las aves al paso del ferry.
Glaciar azulado en Canal Pomar.



Precioso circo con cascadas.
Enorme glaciar deslizándose colina abajo

Maravilloso glaciar con cascada incluida.

Canal Ballenero.


Uno  de los muchos grupos de pequeños lobos que saltaban a nuestro paso.
La solitaria Bahía Desolada.
Saltarines siguiendo nuestro paso.



Panorámica surcando Bahía Desolada.
Cielo aplastando el horizonte.

Después de 5 intensos y maravillosos meses disfrutando y gozando de Sudamerica, salimos de España el 9 de Octubre y llegamos al Fin del Mundo el 9 de Marzo, solo podemos citar cosas buenas, todo nos ha ido de cara: el tiempo, la seguridad, los tramites aduaneros, las rutas elegidas,  incluso los difíciles transportes (siempre cogíamos alguno a tiempo o aparecía alguna persona bondadosa), los alojamientos, la estupenda gente que hemos conocido, etc… pero sobre todo y como todos ya sabéis la gente tan humana y hospitalaria que hay en esta parte del mundo. 

MUCHAS GRACIAS A TODAS LAS PERSONAS ANÓNIMAS QUE NOS HAN AYUDADO EN NUESTRA AVENTURA SIN PEDIRNOS NUNCA NADA A CAMBIO, ENTREGÁNDONOS SU SOLIDARIDAD Y CARIÑO, MOSTRÁNDOSE TAL Y COMO SON, MOSTRANDO LA VERDADERA IMAGEN DE SUDAMÉRICA. QUEREMOS AGRADECER A TODOS LOS ECUATORIANOS, PERUANOS, BOLIVIANOS Y ARGENTINOS QUE HAN HECHO NUESTRA AVENTURA MÁS FÁCIL Y ENTRETENIDA, Y A TODOS LOS CHILENOS QUE NOS HAN HECHO SENTIR COMO EN CASA. A TODOS LOS NUEVOS AMIGOS QUE HEMOS HECHO POR EL CAMINO, A LOS QUE YA TENÍAMOS Y NOS HAN ACOMPAÑADO EN LA DISTANCIA, Y SOBRE TODO A NUESTRAS FAMILIAS, QUE NOS ANIMARON PARA HACER DE NUESTRO SUEÑO UNA REALIDAD. A TODOS VOSOTROS GRACIAS DE CORAZÓN.

AGRADECER A TODAS LAS PERSONAS QUE NOS HABÉIS SEGUIDO DURANTE TODO ESTE TIEMPO EN EL BLOG, EN ESPECIAL A TODOS LOS QUE HAN PUESTO ALGÚN COMENTARIO, Y  ESPEREMOS QUE OS HAYA ENTRETENIDO Y AYUDADO A CONOCER MEJOR ESTE PRECIOSO CONTINENTE.

Esto no es una despedida, la aventura continua, nos dejamos algunas cosas sin ver, que a la vuelta queremos conocer, también nos gustaría visitar a muchas personas que nos ayudaron en su día y hoy podemos decir que son nuestros amigos.


lunes, 18 de marzo de 2013

TORRES DEL PAINE


Para visitar las Torres del Paine, había que volver de nuevo a Chile, pero intentamos probar suerte y hacer el trayecto a dedo y se nos dio bastante bien, porque además es necesario pasar la frontera. Del lado argentino pudimos admirar las grandes extensiones de pampa, espacios abiertos con llanuras de color pastel cubiertas de duros pastos, salpicadas por sus grandes “estancias” (casa con un enorme terreno y animales). Llegamos a Puerto Natales con Juan, un señor que nos pasó la frontera y nos llevó a su casa, que era un hospedaje. Ahí hicimos noche y nos informamos de cómo hacer para ir al Parque Nacional. Está a unos 70 Kms de la ciudad, y una vez más decidimos hacerlos a dedo. Tuvimos la estrella de coincidir con Juan Carlos y Andrea, una pareja con la que compartimos el privilegio de conocer uno de los paisajes más emblemáticos de la Patagonia chilena.

Muelle de la costanera de Puerto Natales.
Vistas de la cordillera desde Puerto Natales.
El Parque Nacional Las Torres del Paine, es un conjunto impresionante de montañas dominado por los puntiagudos Cuernos y las espigadas Torres de granito. Cuenta con un sinfín de lagos, provenientes de los glaciares del macizo, hermosos bosques de barbudos líquenes que se extienden por toda la reserva, pero la característica principal de este Parque es la roca negra que corona los Cuernos del Paine, que proviene del magma que en algún momento se acumuló en las capas más altas de las montañas y que nunca se cubrió por la glaciación, creando un gran contraste al retirarse el hielo. 

El primer día con Andrea y Juan Carlos, hicimos un recorrido en coche, visitando los lugares más importantes del Parque Natural, sin adentrarnos en la montaña: el gran Lago Sarmiento, que tenía en sus orillas un gran número de guanacos que están tan acostumbrados a la presencia humana, que parece que posan para las fotos, el gigantesco lago Nordenskjold, con su precioso mirador que ofrece una espectacular vista a los negros Cuernos del Paine, un poco más tarde visitamos el Salto Grande, una cascada que impresiona, no por su altura pero sí por su gran volumen de agua que da origen al río Paine; continuando el curso de este río, llegamos a un cruce para en este caso ascender por el río Grey hasta el lago del mismo nombre. Para llegar a su orilla, hay que cruzar por un puente colgante desde donde se vislumbran  grandes bloques de hielo procedentes del azulado glaciar Grey, que se amontonan en el borde opuesto del lago al no tener salida, que se deshacen lentamente dando fin a su infinita historia. Después de deleitarnos con estas imágenes, nos despedimos de nuestros amigos hasta el día siguiente, porque nosotros nos quedábamos una noche dentro del Parque a acampar a las faldas de esta impresionante cordillera.

Primera imagen del macizo del Paine.
El macizo del Paine.
Con Juan Carlos y Andrea.
Lago Nordenskjold.
El Salto Grande.



El lago Pehoé bajo los Cuernos del Paine.
Árboles quemados por el gran incendio de 2011-12.



Llegando al al fabuloso lago-glaciar Grey.




Al fondo el azulado Glaciar Grey.

Amanecimos bajo las anaranjadas moles de piedra que recibían los primeros y cálidos rayos del sol, muy agradables tras pasar la noche a la intemperie. Este suave amanecer va iluminando el indómito y salvaje paisaje patagónico, y es una de las privilegiadas maravillas que regala este lugar. 

La caminata hacia la base de las Torres, comienza con una fuerte subida paralela al encajonado río Ascencio, para seguidamente realizar una suave “U” y volverse de nuevo muy inclinada, entre rocas y piedras sueltas hasta culminar en la formidable laguna de pálidas aguas verdes en la base de las Torres. Nos tocaba bajar rápido porque teníamos que cruzar todo el Parque y volver a Puerto Natales a cenar con Juan Carlos y Andrea.

Amaneciendo en las fantásticas Torres.


Caminando por el bosque.
Culminando la ascensión.
En la base de las Torres.

Detalle de las  impresionantes Torres.
"Sobrevolando" en el Paine.

Vista general del gran circo del Paine.
A vista de pájaro.
Una pequeña y original raíz.
Bajando el valle al lado del bullicioso río.
Bajando por el inmenso valle Acencio.
Los Cuernos del Paine el segundo día.


La noche fue muy agradable e interesante, compartimos una estupenda y sabrosa cena, charlamos y lo pasamos bien en su precioso y lujoso hotel-museo "The Singular", un antiguo frigorífico que funcionó a principios de 1900 dando lugar al origen de Puerto Natales, reformado con estilo, conservando maquinarias y piezas originales, y con una perfecta ubicación a orillas de un delgado canal del Pacifico que se adentra pausadamente entre varios fiordos e islotes.

A la mañana siguiente, nos recogieron en el hostal para ir a Punta Arenas, donde nos despedimos definitivamente de esta estupenda y acogedora pareja, regresaban a Santiago y nosotros seguíamos al cada vez más cercano “Fin del Mundo”.